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domingo, 27 de noviembre de 2011

Socialismo de verdad

Se están haciendo infinidad de estudios para determinar qué es lo que ha pasado en las elecciones generales del 20 de noviembre de 2011. Sesudos estudios de una realidad que nos está golpeando la cara lleva ya mucho tiempo y que ha sido y es denunciada desde dentro y desde fuera de la izquierda. A lo mejor no hacen falta tantos estudios de despacho y sí más relación personal continuada con los ciudadanos para saber y compartir sus problemas, para que cuando te aproximes no vean a alguien interesado en su voto sino a una persona  cercana, conocida ya de otros avatares. Gentes que inspiren confianza.

Digámoslo con claridad: no nos han votado cuatro millones de ciudadanos que nos votaron en el 2008, porque no les ha dado la gana, porque no tienen ninguna confianza en una organización política en la que una parte importante de sus cargos dice una cosa y hace otra. Porque el mensaje y la realidad son vectores divergentes. Porque la izquierda necesita no solo de capacidad y eficiencia en su gestión, sino también del mérito de su honradez continuada a los ojos de los ciudadanos. Los parámetros de excelencia política son mucho más exigentes para la izquierda que para la derecha, más permisiva ésta en el trapicheo, el trueque y el trile.

Naturalmente que una razón muy importante ha sido la crisis económica, pero todos sabemos que no sólo ha sido esa la causa. La ideología, los principios en que se asienta el PSOE, nuestra divisa, nuestra referencia, no atraviesan buenos momentos, empujados por el liberalismo económico que se ha hecho con el discurso ciudadano y, además, por el establecimiento de una melancolía de partido, de una carencia de pasión política. O hacemos algo pronto, o esto sólo será un paso más en un declive hacia la nada política.

Sí, sabemos que es duro lo que decimos y que son mejor aceptadas las palabras de esperanza, aunque ésta solo aporte ilusionismo pasajero. Se está poniendo en circulación el cuento de la lechera para animar a las gentes de izquierda. Como esta situación es muy complicada, dicen, y ahora le toca a la derecha tomar medidas duras, entonces el pueblo se dará cuenta de que era verdad lo que decíamos y bla, bla, bla. Que no, que no es eso, que esto es algo más duro y persistente y que no valen recetas de mercadillo y,  mucho menos, el que algunos se dirijan a los militantes desde la manipulación y la demagogia.

Necesitamos referencias creíbles desde el punto de vista político y desde el punto de vista personal. No necesitamos a nadie diciéndonos, por ejemplo en la Comunidad de Madrid, después de perder seiscientos mil votos con relación al 2008, que lo que hay que hacer es poner un punto en lugar de un punto y coma y que lo importante ahora es trabajar para que en vez de un candidato a Secretario General del Partido tengamos dos o tres.

 ¡Pero qué broma es ésta! Hemos perdido las elecciones en 177 de los 179 municipios de la CAM, el Partido Socialista descosiéndose por todas las costuras y el mensaje del máximo dirigente del PSM es un mensaje interno de que quiere participación en cuotas de poder a futuro. Y, eso, después de que en la Comunidad de Madrid se pierden elecciones una detrás de otra y a nadie se le pasa por la cabeza presentar la dimisión. Oiga, que no son cargos vitalicios.

Eso, eso es lo que los militantes y los ciudadanos ven día a día. En vez de darle la vuelta al Partido Socialista como a un calcetín, en políticas, en actitudes y en equipos dirigentes, en ponerse el mono de trabajo, pico, pala y esfuerzo continuado, el mensaje es que hay que trabajar para que haya más de un candidato a la Secretaria General. Es para volverse loco. Hemos perdido el norte y los ciudadanos son los primeros que se han dado cuenta.

Por lo que respecta  a la Comunidad de  Madrid, ha surgido un movimiento llamado Más Izquierda Madrid, con vocación de ser alternativa política, con  unas ideas atractivas para los militantes; entre otras, “la de caminar con pasos firmes hacia una laicidad como reconocimiento de los derechos ciudadanos. Planteamiento de revisión de la financiación a la Iglesia Católica, así como la denuncia del Concordato; continuación de la labor emprendida para recuperar la Memoria Histórica; propuesta de una ley integral para la igualdad de trato y la no discriminación; universalización de la escuela pública de 0 a 3 años; medidas de control y regulación del poder económico privado; reducción drástica del papel de los mercados en la producción y la distribución de bienes sociales como el agua, los alimentos básicos, los fármacos esenciales y las fuentes de energía, etc., etc.”.

Estas ideas y otras se han puesto ya a disposición del Partido Socialista, como aportación de un grupo de militantes de toda la comunidad que han decidido levantar la voz ante una situación cada día más preocupante. Puede resultar incluso no creíble, pero hay serias opciones de que en las próximas elecciones locales seamos la tercera fuerza política. No se gana solo mostrando las siglas, hay que mostrar el trabajo y la vergüenza política. Por ello,  cuando se pierde continuadamente, es decir, cuando los ciudadanos muestran su rechazo, el buen socialista dimite por el bien de su partido; pero eso, el buen socialista.

Es la hora de levantar la voz y no dejarnos manipular por nadie. Esto no se arregla con más o menos candidatos a la Secretaría General del PSOE. Basta de mentiras y de demagogia. Basta de discursitos de tres al cuarto que lo único que hacen es maltratar nuestra inteligencia. Todos sabemos lo que quieren nuestros votantes. Socialismo de verdad, es decir, los valores socialistas.

¡Salud!

sábado, 12 de noviembre de 2011

Pelea por lo quieres

No tiene Alfredo Pérez Rubalcaba el aroma de esos líderes mitineros que encienden con su verbo pasional a las masas. Tampoco tiene el de esos registradores de la propiedad en política, lentos y aburridos escribanos de habla sosa y azulada, tirando a lila, que no dicen nada, por no decir lo que piensan.

Es Alfredo Pérez Rubalcaba un político que inspira confianza. Al que se le podría comprar la moto de segunda mano sin temor a un engaño. Leal con su Partido, con sus compañeros, con los ciudadanos. Allí donde se han necesitado sus servicios ha estado, sin importarle el nivel de dificultad de la tarea. Como ejemplo más notable, el asumir en tiempos más que difíciles la responsabilidad del discurso socialista y la cabeza de su cartel electoral.

Tiene el discurso del viejo profesor que explica la lección en tono pausado, poniendo el acento en lo importante, algo de recuerdo histórico y mucho de alternativas a esta etapa rabiosa y conservadora que domina la Unión Europea, a ese futuro de banqueros, mercaderes y políticos de derechas actuando sin la brida que impida esos excesos que cíclicamente llevan a la ruina a un cada vez mayor numero de personas.

Mira a los ojos con serenidad, mientras sus manos aletean en sintonía con sus palabras en busca de la pausa necesaria, del acento inevitable, del punto y seguido, de la confidencia al oído. Parece que lo cuenta personalmente  a todos y cada uno de los participantes, como si dispusiera de todo el tiempo, haciéndote sentir importante y necesario.

Es Alfredo Pérez Rubalcaba una referencia política del socialismo. Escuchándolo, se vuelven a saborear las esencias de una ideología social que contiene en su núcleo la más firme defensa de la libertad, de la igualdad, de la justicia, de la solidaridad, de todo aquello verdaderamente importante para las personas dotadas de capacidad para la reflexión.

Trae en la mochila ilusión y esperanza en que las cosas pueden cambiarse, que sí hay futuro, que no nos dejemos engañar por los manipuladores de siempre, los del dinero y el poder. Que si queremos, podemos. Que tenemos que pelear. Que el futuro en democracia se hace con el voto de las gentes, de los trabajadores, con su tejido asociativo, con sus sindicatos, esas organizaciones sometidas por las derechas a todo tipo de embates, intentando mermar su credibilidad, sabiendo que son el muro que en última instancia defiende a los trabajadores del acoso sostenido de patronales empresariales y otras, que encuentran en ellos esa trinchera que frena su egoísmo, su rabia y su interés. Ahora pretenden dar el golpe definitivo. No a la negociación colectiva de sector y sí a la negociación colectiva empresa a empresa, lo que lleva a los trabajadores a una situación de semiesclavitud, al tener que ceder ante el empresario o verse forzado a buscar otro empleo, careciendo del respaldo efectivo de los sindicatos de clase.

Comenzó la campaña electoral en Alcalá de Henares, en el viejo recinto polideportivo de El Val, sin voces, que no son necesarias si la audición es buena, con contenidos políticos de explicación de la vieja pelea del hombre, entre el sistema de libre mercado y el sistema del Estado social, ese al que los economistas llaman Estado del bienestar.

Representan PSOE y PP, modelos absolutamente antagónicos, desde su origen, militancia y objetivos. Unos apuestan por la clase trabajadora, por la mayoría de los ciudadanos en avanzar en derechos, en la distribución de la riqueza, en la igualdad, mientras otros apuestan descaradamente por la destrucción del Estado social y sus políticas de cohesión, llevando al terreno del negocio, la sanidad, la educación, la dependencia, las infraestructuras, y dentro de poco, si les dejamos, las cárceles y el ejército, o al menos una parte de él.

Esto se vio reflejado con claridad en el debate que se produjo en televisión, entre Pérez Rubalcaba y Rajoy. Las consecuencias de ese debate están por ver en el resultado de las próximas elecciones del día 20 de noviembre. Si de manera objetiva analizásemos lo que vimos y escuchamos en el lugar en el que se produjo el debate y lo comparásemos con una velada de boxeo, llegaríamos a la conclusión de que uno de los púgiles desde el primer segundo se fue a por su adversario marcando puntos continuamente y alcanzando con algunos golpes rotundos en el terreno de las políticas sociales, en el de la plasmación de nuevos derechos, mientras que el otro, creyéndose ganador, sin apostar nada, sacaba puños para frenar las acometidas  del primero, consiguiendo conectar algunos golpes en el terreno  de la descripción de una situación económica de infarto.  

Para Compromiso Socialista, ese combate lo ganó Rubalcaba a los puntos, con poca diferencia, toda vez que Rajoy se plegó bien en cuerdas y defendió su pasividad y falta de contenido político como la mejor estrategia para esperar el fin del combate. 

No está todo dicho en estas elecciones. A pesar del ruido de la derecha, de su algarabía, hay un sector muy importante de la sociedad que guarda silencio, ese silencio reflexivo del que no estando de acuerdo con algunas políticas socialistas, piensa que el no apoyarlos en estos momentos puede ser un cheque en blanco a los que más conocen de cheques, a los Aznar, Aguirre, Mayor Oreja, Camps, Arenas, Cospedal, Rajoy….

 Las políticas del PP en las CCAA que gobierna ya avisan a navegantes de lo que espera a los trabajadores. Mucha manipulación de la derecha mediática  -propietaria de la mayor parte de los medios de comunicación-, apoyo de la derecha financiera, CEOE, Círculo de empresarios, Banca, bendición de la iglesia católica, vanguardia activa en la calle contra la asignatura Educación para la Ciudadanía, contra la ley de igualdad, contra la ley del aborto, contra la ley del matrimonio homosexual, etc., etc. y también muchos recortes en lo que hemos construido y pagado entre todos para beneficio exclusivo y excluyente de la familia neoconservadora, que se verá premiada con dinero y con cuotas de poder social sobre los trabajadores, sobre el conjunto de la ciudadanía.

Pero eso será, o no, una vez que todos hablemos con nuestro voto en las urnas el próximo 20 de noviembre. 

¡Salud!